¡Queridos hermanos y hermanas!
¡Cristo Resucitó!

Toda la creación, visible e invisible, se alegra. Los ángeles y los hombres, el cielo y la tierra celebran conjuntamente la Resurreción de entre los muertos de su Creador y la salvación de la humanidad. Nosotros también celebramos. Pero nosotros, los cristianos, el
pueblo que lleva el nombre de Cristo, somos llamados no sólo a participar de la celebración de la Resurrección de Cristo, sino a ser particípes de este mismo acontecimineto salvífico, porque, según San Pablo, lo corruptible tiene que ser vestido de
incorruptibilidad; y lo mortal tiene que ser vestido de inmortalidad. (I Cor. 15:53).
Alcanzar tal incorruptibilidad e inmortalidad sólo es posible en Cristo, quien por nosotros ha sido crucificado y ha sufrido en el misterio de la Cruz, para convertirnos en coherederos de Cristo, puesto que padecemos con Él y así también con Él seremos glorificados. (Rom. 8:17).
Es necesario participar en sus padecimientos, hasta configurar con su muerte, para llegar a la resurrección de entre los muertos. (Fil. 3:10-11). Sin la Cruz no hay resurrección, la resurreción viene solamente por la Cruz. Así nosotros vemos que los santos de Cristo, que conocían el misterio de la Cruz, con su martirio, ayuno y otros sacrificios hicieron de la Cruz un nexo imprescindible en su manera de vivir, crucificando sus deseos carnales, fueron gratificados con la alegría de la Resurrección.
Si nuestro hombre viejo fue crucificado y nuestro cuerpo de pecado fue destruido (Rom. 6:6) entonces nosotros podremos resucitar de nuestras pasiones y contemplar a Cristo resucitado resplandeciendo en nuestra vida, y, como sus fieles seguidores, en verdad esperar una vida eterna. Porque si estamos injertados en Él, por muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su Resurrección. (Rom. 6:5). La Resurrección de Cristo no es solamente arquetipo, sino prenda de nuestra Resurrección.
Hermanos y hermanas, tratemos de vivir diligentemente el misterio de la Cruz, para ser también partícipes de la luz imperecedera de la Resurrección.
¡Cristo resucitó! ¡En verdad resucitó!
Juan, Obispo de Caracas y de Sudamérica
Pascua del Señor 2025