Entre las personas que verdaderamente eran beatas y que se hacían pasar por necias, por amor a Cristo (para prosperar en humildad y no caer en orgullo), que han pasado un camino de autoeducación y que se dedicaron totalmente al servicio de Dios, sin lugar a dudas, a ellas también le pertenece la muy conocida y honrada por todos asceta Xenia G. Petrova del siglo XVIII, que descansa en San Petersburgo en el Cementerio de Smolensk.
Vida y obras de la Bienaventurada Xenia
Lamentablemente, para las personas que honran a la Sierva de Dios Santa Xenia, no se conservó en el registro de la memoria de las personas datos sobre quien era ella, que procedencia tenia, quienes fueron sus padres, donde estudió y cual fue su formación educativa. Solo se puede suponer que Xenia, no era de procedencia humilde, pues estaba casada con Andrés G. Petrov que era una persona de rango militar, tenia el grado de coronel, y era cantor del palacio. Pero sí, la memoria de las personas guarda el recuerdo de que ella no tenia costumbres ni intereses comunes o terrenales. En efecto, no son pocas las personas que existen en el mundo, tampoco son pocas las personas que existieron en San Petersburgo, ¡es imposible poder acordarse de todas ellas! Hay entre las personas muchas y excelentes, que por sus talentos y/o servicios a la patria o a la Iglesia, fueron reconocidas durante su vida y con posterioridad a su muerte, pero no son muchas las que quedan en el registro de la memoria de las personas. Como todo lo humano, hasta las personas más reconocidas poco a poco desaparecen del recuerdo de la humanidad, quedando con el transcurso del tiempo muchas de ellas en el olvido. Solo en la memoria de la Historia quedan registradas algunas pocas personalidades muy notorias por sus servicios.
Pero Xenia G. Petrova, habiendo sido la señora de un coronel, no se distinguió en nada entre el círculo de sus amistades, ni tampoco realizó servicios especiales frente a la patria o para la Iglesia, y por ello no se conservó en la memoria nada sobre sus primeros años de vida. En cambio la memoria de las personas conserva muy bien el recuerdo de que Xenia G. era una persona «necia por Cristo,» devota y beata. También recuerdan nítidamente el motivo por el cual ella abandonó todo lo mundano, todos los placeres, ataduras y satisfacciones terrenales. Ese motivo fue la totalmente inesperada muerte de su amado, fornido y floreciente esposo Andrés Petrov. Este golpe inesperado repercutió tanto en Xenia, joven viuda, sin hijos de 26 años de edad, que inmediatamente, es como si se hubiese olvidado de todo lo terrenal, de todo lo humano, de todas las alegrías y satisfacciones mundanas; muchos pensaron que había perdido el juicio, la razón… Esa opinión la tenían, además, sus parientes y amigos, sobre todo, después de que ella, tomó la decisión de repartir todo su patrimonio a los pobres, inclusive su casa la regaló a su muy amiga Paraskeva Antonova. Los familiares de Xenia, pidieron a los superiores de su difunto esposo que no le permitan repartir sus bienes, dado su estado de locura. Los superiores de su cónyuge la llamaron, pero después de mantener una conversación se convencieron de que ella estaba totalmente sana, por lo cual ella podía tomar la decisión que quisiese respecto a su propiedad.
Las personas carnales, mundanas, pensaban así sobre Xenia, la servidora de Dios. Porque ellas, no comprendían el gran cambio que se realizaba en su alma después de la muerte de su cónyuge. El cambio era radical, de una persona mundana se transformó en una persona espiritual. Efectivamente la muerte de su querido esposo, en quien estaba depositada la finalidad y el interés de toda su vida, le demostraron a Xenia lo efímero, lo vano y lo revuelto de la suerte terrenal. Ella inmediatamente comprendió, que en la tierra no puede haber una felicidad verdadera, que todo lo terrenal actúa como estorbo, obstaculizando el logro de la verdadera felicidad en el cielo, con Dios. Es por ello que Xenia, la servidora de Dios, inmediatamente después de la muerte de su marido, decidió liberarse de todo lo terrenal y de todas las ataduras mundanas. Su patrimonio lo repartió entre los pobres, la casa se la regaló a Paraskeva Antonova, quedándose decididamente sin nada, para que nada la perturbe para conseguir la completa felicidad en el cielo con Dios.
Para el logro de esta felicidad ella tomó un camino muy difícil y pesado, como el de hacerse pasar por «necia en Cristo.» Después de vestirse con las ropas de su marido, y trató de convencer a todos de que Andrés Feodorovich, su esposo no falleció, que la que falleció era su esposa Xenia, nunca más tampoco respondía si la llamaban Xenia, pero si lo hacia con gusto, cuando la llamaban por el nombre de Andrey Feodorovich. Xenia, no tenia un domicilio determinado. Por lo general ella deambulaba por parte de San Petersburgo, y también en los alrededores de la Iglesia del Apóstol San Mateo, en donde vivía gente poco rica en viviendas de madera.
El extraño traje de la pobre y apenas calzada mujer, que no tenía donde apoyar su cabeza, el sentido alegórico de sus conversaciones, su completa humildad y mansedumbre — daban muchas veces la ocasión de que las personas malignas y los pilletes callejeros se rieran y se burlasen de la beata. Pero delante de la Bienaventurada siempre estaba la imagen del gran Sufriente — Jesucristo, que llevaba sin quejas, las humillaciones, el ultraje, la crucifixión, y la muerte. Este es el motivo por el cual la Beata soportaba todo tipo de burlas sin lamentos. Solamente una vez, cuando ella ya era considerada como taumaturga, los lugareños de San Petersburgo, la vieron muy enojada. Los galopines callejeros al ver a la Beata, comenzaron como de costumbre a burlarse, pero ella al igual que otras veces soportaba esto resignadamente. Pero los sinvergüenzas no se limitaron solo a las burlas. Viendo el desamparo y la resignación de la Bienaventurada, comenzaron a tirarle barro y piedras… Por lo visto la Beata, no tuvo más paciencia, como torbellino arremetió contra los pilluelos, amenazándolos con su palo, el cual siempre llevaba consigo. Los lugareños de esta parte San Petersburgo, al ver a la santa tan enojada se espantaron con la horrible conducta de los muchachos e inmediatamente tomaron todas las medidas para que nadie más ofenda a la Bienaventurada.
De a poco se acostumbraron a las rarezas de Xenia y se dieron cuenta de que ella no era una simple pobre mendiga, sino que era — una persona singular. Por ello muchos comenzaron a tenerle compasión y trataban de ayudarle con algo. Esta misericordia, comenzó a mostrarse después que la ropa de su marido se fue deshaciendo, ella, empezó a usar unos harapos, y a calzar con zapatos rotos sus pies lastimados por el frío. Muchos al ver que ella apenas se cubría, y que permanecía tiritando, o que estaba mojada, comenzaron a darle ropa abrigada, calzado, limosna, pero Xenia, no aceptaba ponerse vestimenta abrigada, y toda su vida permaneció en harapos con una pollera verde y una blusa roja o al revés, con una pollera roja y una blusa verde.
Limosna tampoco recibía, solo tomaba de la gente buena unas monedas, e inmediatamente se las entregaba a personas indigentes como ella. Diariamente Xenia iba caminando errante por las sucias y sin pavimento calles de San Petersburgo y rara vez entraba en la casa de sus conocidos, comía, conversaba y luego seguía su camino. Por mucho tiempo no se supo el lugar dónde ella pasaba sus noches. No solo comenzaron a interesarse los lugareños de San Petersburgo, sino que también lo hizo la policía ya que les parecía eso algo muy extraño. Decidieron entonces averiguar el lugar donde la extraña mujer pasaba sus noches y que es lo que ella hacia.
Tanto los ciudadanos de San Petersburgo, como la policía supieron satisfacer su curiosidad, y con ello quedaron tranquilos. Resultó que Xenia, sin prestarle atención al tiempo ni a las inclemencias climáticas, se iba de noche al campo, en la cual se quedaba de rodillas hasta la madrugada hasta que salía el sol, alternando con inclinaciones de rodillas y con la cabeza hasta el suelo, haciéndolo hacia los cuatro puntos cardinales en forma alternada.
En otro momento, los obreros, que trabajaban en la construcción de la nueva Iglesia de piedra en el cementerio de Smolensk, se dieron cuenta de que alguien de noche, en horas en las cuales ellos no se encontraban, llevaba grandes montañas de ladrillos arriba de la construcción de la iglesia, los trabajadores se asombraban mucho de ello, durante mucho tiempo no comprendían, como aparecían los ladrillos arriba de la Iglesia en construcción. Por fin decidieron investigar, quien podría ser ese benefactor, trabajador incansable que todas las noches les alcanzaba los ladrillos. Resulta que ese incansable trabajador era la Beata Xenia, servidora de Dios.
Puede ser que muchos otros sacrificios realizó la Bienaventurada Xenia en este mundo durante su vida terrenal. Lamentablemente, al lado de ella no había nadie que lo testifique. Sin embargo ese camino fue muy largo. Vivió 45 años después de la muerte de su marido. Durante 45 años ella llevó una lucha incansable con el orgullo mundano y con el enemigo de la humanidad — el demonio.
Trato personal con la Bienaventurada
Pronto se propagó el comentario sobre la mansedumbre, la humildad, la bondad, la completa renunciación a los bienes, el asombroso don de perspicacia y la vida sacrificada de la Bienaventurada Xenia. Todos comenzaron a verla como a una gran santa de Dios, y no solo se compadecían de ella, sino que comenzaron a tratarla con gran respeto.
Los comerciantes, los funcionarios, y otros ciudadanos de San Petersburgo, con alegría recibían a la Bienaventurada en su casa, más aun después de apreciar de que al visitar algún hogar la Bienaventurada, se sentía allí una paz y una gracia especial en el mismo. También los comerciantes advirtieron de que si la Beata, entraba a un comercio en dónde no había ventas, y ella tomaba algún producto insignificante, como por ejemplo una nuez, o una galleta, inmediatamente ese negocio se recuperaba y comenzaba a vender, pues las personas que veían a la Bienaventurada Xenia se apuraban en comprar en particular en donde ella tomó el producto.
Los cocheros se percataron, de que si alguno de ellos, llevaba aunque sea unos pasos a la Bienaventurada Xenia, todo ese día obtenían trabajo y recibían una buena ganancia. Por ello cuando ellos, la veían desde lejos, corrían carreras entre sí para llegar primero con su carruaje, y le rogaban y ofrecían para que les permitan llevarla, o aunque sea que se siente en el coche, pues estaban convencidos de que ello le iba a dar una buena suerte. Sumamente se sentía feliz el cochero que lograba llevar a la Bienaventurada en su carruaje.
Las madres observaron de que si la Bienaventurada Xenia, acariciaba o mecía a una criatura enferma en su cuna, aquella sin falta se curaba. Es por ello que ni bien la divisaban, corrían hacia ella con sus hijos, y le pedían su bendición, o le pedían que los acaricie, o aunque sea que les toque el cabello, con la certeza de que si lo hacía, esa criatura iba a ser curada y feliz.
Así ella vivió de esa manera, durante cuarenta y cinco años después de la muerte de su marido, empeñándose permanentemente en encontrar la felicidad en Dios, con la persistente lucha con el enemigo de la humanidad y con la preocupación constante de procurar el bien al prójimo. En el transcurso de este tiempo no solo que no tenia un lugar en el cual reclinar su cabeza, sino que tampoco tenia ropa o calzado para cubrir y templar su cuerpo. Sin embargo ella era completamente feliz. Como un ave celestial ella volaba de día en San Petersburgo, deseando brindar a cada uno y a todos un servicio o favor, mientras que de noche, entraba en oración con el mismo Señor Dios, y realizaba otros sacrificios. Su rostro cansado por tantos sacrificios resplandecía de humildad y mansedumbre; se veía que el alma de la Bienaventurada estaba lejos de este mundo, aunque su cuerpo estaba aquí, su espíritu se encontraba en el cielo, lugar que ella buscaba permanentemente. Y, llegó la hora en la cual, la Bienaventurada, por voluntad del Señor partió al Cielo para estar con El; de ese modo fue absuelta de seguir luchando con el mundo terrenal.
Don de clarividencia de la Bienaventurada
Una vez la Bienaventurada Xenia, fue de visita a lo de la comerciante Krapivina, la cual con otras personas que se encontraban en su casa la recibieron con alegría. Xenia, después de conversar un rato, agradeció a la dueña de casa, y cuando comenzó a despedirse señalando a Krapivina (en ruso krapiva significa ortiga) le dijo «Aquí se encuentra la verde ortiga, pero pronto se va a marchitar». Ni Krapivina ni sus invitados prestaron mucha atención a las palabras de la beata Xenia. Resulta que al poco tiempo la joven y floreciente en salud Krapivina se enfermó inesperadamente y falleció. Aquí los invitados de Krapivina se acordaron de las palabras de la Bienaventurada «la verde ortiga, pronto se va a marchitar,» y entendieron que con estas palabras había predicho el cercano deceso de Krapivina.
Otra vez fue Xenia a lo de su buena amiga Paraskeva Antonova, a la cual ella le regaló anteriormente su casa, y le dijo, «Estas aquí, tu que estas sentada remendando las medias, y no sabes, que el Señor te mandó un hijo! ve rápido al cementerio de Smolensk.»
Paraskeva Antonova conocía de joven a la Bienaventurada, y sabía perfectamente que de la boca de Xenia no salía ni una palabra engañosa, y por ello, a pesar de sus palabras extrañas, le creyó inmediatamente de que algo especial iba a suceder, por lo cual se apresuró en ir al cementerio de Smolensk. Sucedió que un cochero atropelló a una mujer embarazada, la cual enseguida tuvo su bebé, e inmediatamente falleció. A Paraskeva Antonova le dio lástima la criatura, así que inmediatamente la tomó. Tanto la policía como Paraskeva, trataron de averiguar quienes eran los padres del bebé, pero resultó infructuoso, por lo cual Paraskeva se quedó con el niño. Ella le dio una muy buena educación e instrucción, y él, se convirtió en una persona notable. El cuidó a su madre adoptiva, hasta su deceso, y fue para ella un hijo ejemplar y muy querido. También con profundo respeto guardaba la memoria de la Bienaventurada Xenia, la cual le dio tanto bienestar a su madre adoptiva, y así mismo a su propio destino, que apenas al nacer quedó completamente huérfano.
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Entre los conocidos que a veces visitaban a la sierva de Dios Xenia, se encontraba la familia Golubev, que estaba formada por una madre viuda, y su joven y preciosa hija de 17 años. Xenia, quería mucho a esta joven por su mansedumbre, tranquilidad y buen corazón. Cierta vez ella fue a visitarlas. La madre y la hija estaban sentadas en la mesa, haciendo café.
«Ay, hermosura — le dijo Xenia, — dirigiéndose a la joven — tu aquí estas haciendo café — y tu marido, esta enterrando a la mujer en Ojta. Corre rapidito allá.»
¡Como es posible! — respondía la joven — yo no solamente que no tengo marido, sino que ni siquiera tengo novio. Y que hay de un marido que está enterrando a su mujer?»
«Ve» — le dijo muy seria Xenia, a la cual no le gustaban ningún tipo de comentarios.
Los Golubev, que sabían bien de que Xenia, nunca hablaba en vano, y además la respetaban mucho por ser una persona muy digna ante Dios, se apresuraron a cumplir el mandato de Xenia, por lo que se fueron a Ojta. Aquí ellos vieron, que iba una procesión fúnebre al cementerio. Los Golubev se mezclaron entre la gente en la marcha funeraria y fueron en procesión al cementerio. Le daban sepultura a una mujer joven, que era la mujer de un médico, y que falleció al dar a luz. Comenzó y termino la liturgia y a continuación el Réquiem. Llevaron a la difunta al lugar de su ultimo descanso. Atrás del ataúd iban los Golubev. Al terminarse el entierro, la gente comenzó a retirarse a sus casas. Aquí ellos inesperadamente tropezaron con el joven viudo que sollozaba con gran amargura, el cual ante la vista del cúmulo de tierra sobre su difunta y amada esposa, perdió el conocimiento y calló en los brazos de la familia Golubev que corrieron para socorrerlo. Estos últimos se ocuparon de que el volviera en sí, de esa manera se conocieron con el, y al año, la joven Golubev se convirtió en la señora del doctor. Feliz y sin preocupaciones vivió ella con su marido hasta una vejez bastante avanzada. Ante su muerte, seriamente encomendó a sus hijos conservar la memoria de la sierva de Dios, la Bienaventurada Xenia, y mantener su tumba en buen estado.
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Era de público conocimiento, que la Emperatriz Anna, deseando afirmar el trono ruso dentro de la descendencia de su padre Juan V (hermano de Pedro el Grande), llamó para que venga su sobrina Anna L., la casó con el Príncipe Antonio Ulrico, y, después de que nació su hijo Juan, lo designó como su heredero. Al Fallecer la Emperatriz Anna, Juan VI, fue proclamado Emperador en el año 1740. Después de un año en Rusia se produjo un cambio gubernamental — exactamente desde el 24 al 25 de noviembre del año 1741, Elizabeth, que era la hija de Pedro el Grande fue designada como Emperatriz. Juan VI fue encerrado en la fortaleza de Shlisersburg, y a sus padres los enviaron al exilio a Jolmogor, en donde ellos fallecieron.
El desafortunado Juan VI, padeció bajo el riguroso control de la fortaleza de Shlisersburg cerca de 23 años. En el año 1764, durante el reinado de la Emperatriz Catalina la Grande, a uno de los oficiales carceleros, llamado Mirovich, se le ocurrió liberar a Juan VI de su prisión, y proclamarlo como Emperador. Pero su intento no tuvo éxito, ya que otros oficiales se mantuvieron leales a la Emperatriz. Durante esa revuelta fue muerto Juan VI. Con tres semanas de anticipación a este lamentable suceso, la Bienaventurada Xenia lloraba con mucha amargura todos los días. Todas las personas que se encontraban con ella por el camino, pensando que alguien la había ofendido le preguntaban: ¿Que te sucede Andrés Feodorovich, te ofendió alguien?
La Bienaventurada respondía: «allí hay sangre! allí los ríos tomaron sangre, allí los canales están ensangrentados, allí hay sangre! sangre! y más fuerte se hacia su llanto. Nadie podía comprender que le ocurría a la mansa y piadosa Xenia, como tampoco, sus extrañas palabras. Solo después que transcurrieron las tres semanas, al correr en Petersburgo la noticia del terrible deceso de Juan VI, la gente comprendió el llanto y las palabras de Xenia — «allí hay sangre! allí los ríos tomaron sangre, allí los canales están ensangrentados, allí hay sangre! sangre! — Es que ella estaba prediciendo la muerte de Juan VI.
Muchas otras perspicacias tuvo la Bienaventurada, pero todas ellas no se pueden narrar.
Deceso de la Bienaventurada
Se quedó en el conocimiento de Nuestro Señor cual era el lugar en donde la Bienaventurada Xenia, descalza y pobremente vestida, le daba descanso y paz a su cuerpo. Nosotros solo podemos asombrarnos, de cómo ella podía soportar, siendo anciana y de poca salud nuestros aguaceros otoñales que calan hasta los huesos, nuestras fuertes nevadas, que congelan a los pájaros en su vuelo, y que muchos de los jóvenes bien abrigados sienten frío. Había que tener un dominio sobrehumano de su organismo, o tener en su interior un fuego espiritual muy grande, una profunda indudable fe, ante la cual lo imposible se hace posible. No podemos considerar los sacrificios de la Bienaventurada como irrealizables o imposibles para un hombre en cuerpo, pues si recordamos a otros grandes santos de Dios, ellos también por su gran fe hacían grandes milagros incomprensibles, inalcanzables e imposibles, para el razonamiento del ser humano. La Beata Xenia poseía realmente una fe muy profunda, a través de la cual todo es posible, ya que ella, viviendo con su cuerpo en la tierra, siempre con su alma iba más allá de este mundo terrenal y estaba siempre en relación directa y vivificadora con Dios. Se ve, que esta fe era un don de Dios, El Cual le otorgó a Su Bienaventurada, el saber con anterioridad sobre determinados acontecimientos que no pueden predecirse ni imaginarse a través de la mente humana.
Deceso de la Beata
Se conservó el relato, de que Xenia durante las noches llevaba ladrillos a la nueva Iglesia de piedra que se construía en el cementerio de Smolensk, esta iglesia solo puede ser la que aun hoy en día existe, que es la Iglesia del santo icono de la Madre de Dios de Smolensk. La construcción de la misma comenzó en el año 1794, y fue bendecida en el año 1796. Por estos años la Bienaventurada todavía vivía: al final del siglo XVIII, y aun a comienzos del siglo ХIХ, que fue el tiempo, en el cual falleció Xenia, hay testimonios de los siguientes datos: 1) El día de la muerte de la Emperatriz Elizabet que fue el 25 de diciembre del año 1761, según la predicción de Xenia, 2) Los datos en el cementerio en la piedra de la tumba de Xenia, «se quedó a los 26 años después de su marido, peregrinó 45 años, y en total vivió 71 años,» 3) el año de la muerte de su contemporánea Eudoxia — 1827.
Comparando estos datos, como así también el año de la construcción de la Iglesia de Smolensk, se puede presumir de que Xenia no falleció antes del año 1794 (pues fue el año de la construcción de la Iglesia). Dado que vivió 71 años y consideramos que su deceso fue en 1806, ella tendría que haber nacido en 1735-1736.
Construcción de una capilla sobre su tumba
Todas las personas que honraban a la Bienaventurada Xenia, ya sea porque recibieron de ella alguna ayuda, algún bien, alguna dulzura mientras ella vivía, trataban de agradecerle con oraciones después de su fallecimiento, asimismo trataban de no quebrar su relación espiritual con ella, aún después de su muerte. Es por ello, por lo que se supone, que desde el primer día de su deceso, su tumba fue visitada por gran cantidad de personas, a la cual venían para rezar por su descanso eterno. Y por las oraciones en su memoria, la Bienaventurada Xenia siempre respondía desde el otro mundo con actos compasivos. Entonces al enterarse de ello, las personas que no la conocieron durante el transcurso de su vida terrenal comenzaron también a pedirle su ayuda, para que ella, interceda por ellos ante el Señor, para ello solicitaban que se Oficie una misa para difuntos (una Panijida) por la Bienaventurada . Se sabe fidedignamente que en los años 20 del siglo XIX mucha gente venia a rezar con fe a la tumba de Xenia, pues sabían, que la Bienaventurada no iba a tardar en responder.
Cada asistente a la tumba de Xenia, quería sin falta llevarse algo de la misma, y como no había nada allí, se llevaban un poco de tierra, creyendo que llevándose un poco de tierra era la mejor solución para sus penas y dolencias. Todos los años la tierra que se ponía en la tumba de la Beata era sacada de a puñados por los visitantes y a pesar de que todos los años se reponía, volvía a desaparecer. Se tuvo que poner una losa tumbal, pero los visitantes la iban rompiendo y se llevaban los trozos a sus casas, se volvió a hacer otra lápida nueva, y sucedió lo mismo. Pero al llevarse la tierra o parselos de piedra, las personas dejaban siempre unas monedas. En principio se las llevaban los indigentes, pero luego se hizo una cerca y se puso un jarro para juntar el dinero para poder construir sobre su tumba una capilla.
Esto no se hizo esperar y al poco tiempo, con el dinero recolectado, y ante la gestión de algunas personas que la honraban se construyó con piedra de zócalo sobre su sepultura una pequeña capilla, con dos ventanillas en sus costados, con un Iconostasio de roble al este (oriente) y con una puerta de hierro del lado oeste (occidental). Del lado de afuera sobre la puerta se hizo la siguiente inscripción » Xenia, la sierva de Dios.» también revistieron con zócalo y recubrieron con una piedra el montículo de tierra sobre la tumba, y sobre ella colocaron una placa, la cual tiene la siguiente inscripción que no se sabe quien la compuso, «En el nombre del Padre del Hijo Y del Espíritu Santo. En este lugar yace el cuerpo de la sierva de Dios Xenia Grigorevna, esposa del cantante con el rango de coronel, Andrés Feodorovich. A los 26 años, se quedó después de su marido, peregrinó 45 años, y en total vivió 71 años, se hacia llamar Andrés Feodorovich. — Quien me conoció, que recuerde y rece por mi alma para la salvación de la suya. Amén.»
Los retos de la Bienaventurada Xenia están sepultados en el cementerio al sur de la Iglesia del Santo icono de la Madre de Dios de Smolensk. En el año 1902 sobre la sepultura de la Bienaventurada Xenia, con el proyecto del Arquitecto Slavin, se construyó una capilla de piedra, en la cual en el año 1992 se realizó una imagen de mosaicos de la Beata sobre la pared oriental.
En el año 1987 la capilla fue santificada por el patriarca Alexis II-do de Rusia. Aquí tratan de llegar los peregrinos ortodoxos de todos los puntos de Rusia y de otros países, deseosos de buscar consuelo en los sufrimientos y ayuda para los buenos comienzos mediante las oraciones de la Bienaventurada Xenia, por nuestras almas.
Casos de ayuda de la Bienaventurada, gracias a la oración
Conclusión
Muchos otros casos asombrosos, se comentan en forma verbal, entre los visitantes de su sepultura sobre la ayuda recibida a través de la intercesión de la Sierva de Dios Santa Xenia mediante sus oraciones. Lamentablemente, todos estos casos no fueron anotados, ni comprobados, motivo por el cual no fueron publicados para el conocimiento público.
No solo en San Petersburgo, se escuchan comentarios de la intercesión de la Bienaventurada Xenia, a través de sus oraciones, sino por todos los rincones, aun en los más alejados de Rusia.
De todas partes se reciben cartas, — de Siberia, desde el Cáucaso, desde el este, y el oeste, desde las regiones del centro de Rusia, — solicitando para que se rece en la tumba de Santa Xenia, por alguna aflicción, pena, dolor u otro motivo. Miles de Personas, visitan la tumba en la capilla de Santa Xenia. Cuantas oraciones y lágrimas de dolor se vertieron, cuantas lágrimas y ardientes oraciones se han realizado y cumplido, cuantas personas se han ido de acá en paz y reconfortadas!
Casi han pasado doscientos años de la muerte física de la Bienaventurada. Muchas personas fueron sepultadas en el Cementerio de Smolensk, muchas entre ellas fueron personas muy destacadas y conocidas durante su vida — pintores, artistas, administradores, altos funcionarios, militares, clérigos. — Pero ¿son muchos los que actualmente son reconocidos, de la manera que lo eran durante su vida? No, la mayoría de ellos están olvidados totalmente, muchas tumbas están cubiertas de pasto, algunos tenían lápidas muy costosas que actualmente están quebradas o destruidas, ya no está la mano llena de amor que cuida, o que no permite la destrucción de la misma (por ejemplo, las tumbas de los pintores Shebuev, Koslovsk). Algunas tumbas ni siquiera se pueden encontrar, (por ej. Trediakov, Kñaynin, Beñedictov, pintor Levitsky).
Pero no es esto lo que vemos respecto a Santa Xenia. Lo que fue en un momento dado un montículo de tierra sobre sus restos, ahora es una cubierta muy costosa de mármol y sobre ella está construida una capilla hermosa con un Iconostasio de mármol, decorado con muchos iconos, donado por muchas personas agradecidas de corazón. Frecuentan esta tumba todo tipo de personas, pobres y ricos, conocidos o no, instruidos, ignorantes y no educados, el humilde sacerdote, el soldado raso, el distinguido general, y los estudiantes. (Este relato se refiere a la época anterior a la revolución del año 1917).
Y todos ellos — con el alma emocionada y el corazón compungido ante el gran sacrificio espiritual que realizó en la tierra la Bienaventurada a la cual todos amaban aun después de su muerte — piden su ayuda e intersección, en sus necesidades, adversidades, y dolor.
Y cuanto más pasa el tiempo, más se comenta la compasión y el inusual amor que demuestra la Bienaventurada a todas las personas que con amor y fe se lo solicitan.
Es por ello que diariamente, desde la mañana hasta la noche, casi sin parar, se ofician misas en la capilla de Santa Xenia, por su descanso eterno en el Reino Celestial. En el mundo hay mucho dolor y todo tipo de necesidades, tales que no pueden ser curados con esfuerzos mundanos. Para la satisfacción de esas necesidades, son imprescindibles las fuerzas sobrehumanas, que son las fuerzas Divinas.
Y el agradecimiento a Dios todavía existe en Rusia a través de Sus santos siervos, que son personas con un poder de oración muy profundo, las cuales invocan a Dios y rezan por nosotros, y siempre están atentos a salir a nuestro encuentro, para ayudarnos a través de su oración, en toda necesidad o aflicción. Solo hace falta que también amemos a los santos, y que creamos en su intersección, y ellos enseguida van a responder a nuestro llamado, ellos van a saber ayudarnos en nuestro dolor y pesar.
Entre estos santos, cuya intersección ante Dios es muy grande, se encuentra la sierva de Dios Santa Xenia. La luz del amor cristiano que se desprendía aun durante su vida terrenal, comienza a iluminar cada vez más fuerte desde su tumba «El que me conoció, que rece por mi alma, para salvar la suya. Amén.» Este es el legado, que nos da a todos la Beata desde su sepultura.
Tropario y oración a la Bienaventurada Xenia.
Tropario tono 7:
Amaste la pobreza de Jesucristo, disfrutas del banquete inmortal, con la aparente necedad desenmascaraste la necedad del mundo, por cruz de la humildad recibiste la fuerza de Dios, por lo cual adquiriste el don de ayuda milagrosa, Bienaventurada Xenia ruega ante el Señor para que podamos liberarnos de todo mal a través del arrepentimiento.
Oración
Oh, Santa y Bienaventurada madrecita Xenia, bajo el amparo del Altísimo vivisteis, guiada y fortalecida por la Madre de Dios, soportasteis hambre y sed, calor tórrido y frío, persecuciones y habladurías, recibiste de Dios el don de milagros y de clarividencia, y descansas bajo la sombra del Todopoderoso. Actualmente la Iglesia te glorifica como a una flor, escogida.
Delante de tu sepulcro, ante tu imagen santa, como un ser viviente entre nosotros, te rogamos lleva ante el trono de nuestro Compasivo Padre Celestial nuestros pedidos, teniendo ante Él la osadía, rogadle por nuestra eterna salvación, y envíanos la bendición para nuestras obras buenas, y libéranos de todas las desgracias y aflicciones. Intercede por nosotros con tus santas oraciones ante nuestro Todo Compasivo Salvador. Bienaventurada Madre Xenia ayuda a los niños, que se iluminen con la luz del Santo Bautismo y que se sellen con el sello del don del Espíritu Santo. Ayúdale a los adolescentes en su fe, en su pureza, edúcalos en el temor de ofender a Dios, dadle logros en su educación, cura a los enfermos, intercede por el acuerdo y el amor en las familias. A los monjes y religiosos, ayúdales en la dedicación de sus nobles sacrificios espirituales, a los sacerdotes fortalécelos en la fuerza del Espíritu Santo, resguarda la paz y la tranquilidad de nuestra nación, y ruega, por los privados de los Santos sacramentos en el momento de su muerte. Tú eres nuestra esperanza, expedita escucha y liberadora, te exclamamos nuestro agradecimiento, y contigo glorificamos al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: https://www.fatheralexander.org/booklets/spanish/xenia_san_petersburgo.htm