El domingo que viene la Iglesia Ortodoxa comienza a vivir la etapa del año litúrgico denominado Triodion, un libro que contiene los oficios para el período de ayuno y se extiende desde el Domingo del Fariseo y el Publicano hasta la Pascua.
Es el período del año más importante de nuestra vida espiritual, porque da la ocasión en nosotros los creyentes a concienciar nuestro camino equivocado, corregirlo y reconsiderar nuestra actitud ante el Dios y nuestros semejantes. Esta catarsis (sanación) y corrección de nuestro camino terrenal es condición indispensable para poder, sanados y cambiados, a festejar la santa Pascua, de acuerdo con la sugerencia paulina, no como los Judíos típicamente en apariencia, sino “que celebremos la fiesta con panes de levadura de sinceridad y de verdad”, expulsando y rechazando nuestra vieja levadura de maldad y mala astucia, (1ªCor 5,8).
El período de Triodion se divide en tres partes:
1) un período de preparación
2) la Gran Cuaresma
3) la Semana Santa.
El período de preparación está constituido por cuatro domingos: el del publicano y del fariseo, el del hijo pródigo, el del juicio, y el del perdón.
Sigue la gran cuaresma, un período de cuarenta días que culmina el viernes que precede el Sábado de Lázaro. El Sábado de Lázaro y el domingo de los Ramos forman un nexo de alegría entre la gran cuaresma y la Semana Santa.
El tono de arrepentimiento es la característica primordial de los himnos del Triodion. Es la expresión, o mejor dicho, el grito del alma implorando reingresar a la casa paterna. Así nos dirigimos al Señor: “¡Ábreme las puertas del arrepentimiento, Dador de la vida! Porque, de madrugada, mi alma se apresura a ir hacia el templo de Tu santidad, acercándose con el templo de mi cuerpo, enteramente profanado. Pero, como eres compasivo, purifícame por la compasión de Tus clemencias”. Y también pedimos el socorro de la Madre de Dios: “¡Facilítame los caminos de la salvación, Madre de Dios! Ya que he profanado mi alma con pecados horrendos y he consumido toda mi vida con la pereza. Pero, por tus intercesiones, purifícame de toda impureza”.
Las cuatro estaciones preparativas a la gran cuaresma tienen una temática espiritual muy interesante. Así, se pone énfasis en el domingo del publicano y del fariseo acerca de la humildad; en el domingo del hijo pródigo sobre el arrepentimiento; en el domingo del juicio sobre el ejercicio de la caridad; y por fin, en el domingo del perdón acerca de la reconciliación previa al ayuno.
Éstas son estaciones importantes en vista de la lucha espiritual que cada uno de nosotros va a llevar adelante, de un modo tal como si fuera un general de las fuerzas armadas, teniendo las armas esenciales, así para que nadie caiga por inexperiencia o ignorancia. Porque existe el temor de sentir que el ayuno es sólo una abstinencia de alimentos, o la posibilidad que se manifiesten varias vicisitudes: la arrogancia, como la del fariseo con respecto al publicano; condenar los que no ayunan como nosotros; la carencia de arrepentimiento del corazón o la falta de corregir su conducta; la indiferencia ante las necesidades de los demás; y, por fin, guardar la memoria de las ofensas de los demás.
Ante el horizonte que se abre, y la magnitud del trabajo de preparación para la resurrección del Señor, pongamos nuestra confianza en el auxilio de nuestro Señor. Por ello, nos dirigimos a Él con este refrán más característico del oficio de las Grandes Completas que recitamos en la gran cuaresma, muy querido para nosotros: “¡Señor de las potestades, esté con nosotros! Porque no tenemos, por auxiliador en las tristezas, otro que a Ti”. Amén.
Fuentes: iglesiaortodoxaserbiasca.org, El período del Triodion, atrio de la resurrección.Inicio del Triodion.Por Siluan, Metropolita de Argentina, Patriarcado de Antioquía, https://www.logosortodoxo.com/lecturas-evangelicas/comentario-del-fariseo-y-el-publicano-triodion/